Competitividad. Hay que conseguir más. Consigues tu objetivo pero enseguida te das cuenta de que no vale nada. De que tienes que hacer más. Lo que acabas de conseguir lo tiene mucha más gente y en realidad todavía estás por detrás de tod@s ell@s. ¿Hay algún momento en el que parar? ¿llegarás alguna vez a conseguir todo lo que quieres de forma que ya no tengas que hacer más?
Yo siempre he sido muy competitivo. Siempre he buscado conseguir más y más. Nunca era suficiente. Con ejemplos lo comprenderás mejor. Cuando trabajaba y vivía para cierta empresa multinacional, grande y poderosa donde las haya, en el mundo en general y el de la informática en particular, estudiaba para conseguir certificaciones en productos determinados de esa y otras empresas. Otro título universitario no veía que fuera lo suficientemente práctico pero lo de las certificaciones parecía que quedaba muy bien en el currículum y además me obligaba a estudiar y seguir adelante mi ambicioso plan de formación.
Digamos que la alta autoestima nunca había sido uno de mis atributos. Cada uno de los exámenes que empezaba a prepararme lo veía como algo muy difícil de alcanzar y cuando recibía un mensaje de correo electrónico de algún cliente o algún compañero de trabajo en el que la firma incluía alguno de esos títulos, yo decía “claro, es que esta persona es muy inteligente y sabe mucho. Me gustaría tenerlo yo también pero sé que me va a costar muchísimo y es posible si lo intento, ni siquiera lo consiga”. Comenzaba a estudiar y cuando llegaba el momento hacía el examen y generalmente aprobaba a la primera. Lo conseguía. Algo que en principio parecía tan difícil, tras haberlo hecho, parecía muy sencillo.
Había perdido mucho tiempo tiempo pensando y diciendo “no voy a ser capaz” o “me va a resultar muy difícil” o “…” Al final conseguía aprobar con relativamente poco esfuerzo. Aunque seguramente debería decir “relativamente poco esfuerzo académico”. Porque el trabajo que tenía que hacer en contra de mí mismo era ingente. Yo mismo era quien se ponía las trabas y quien no confiaba en que pudiera conseguirlo.
Tras haber conseguido aprobar el examen, certificado o título, le daba poco o ningún valor. Decía: “ahora tengo que ir a por el siguiente, porque esta persona y aquélla otra también lo tienen y muchos más. En realidad no he conseguido nada, esto lo tiene mucha gente y a mí todavía me queda mucho”. Por lo tanto, no sólo no lo celebraba. No me recompensaba por el esfuerzo y tiempo empleado en estudiar, sino que una vez conseguido, ya no tenía ningún valor. No significaba nada, porque había mucha más gente que ya lo tenía. Siempre había gente por encima.
¿Cuáles eran algunos de los errores que cometía en este caso?
No le daba valor alguno una vez conseguido el objetivo de aprobar
Dejaba que la preparación de un examen condicionara mi carácter
Mi preocupación por el examen me abstraía de todo lo demás. Matrimonio, familia, amig@s, … No había nada más que el examen. Por lo tanto, me encontraba en situación de claro desequilibrio emocional
No me recompensaba una vez conseguido. No lo celebraba. No me podía permitir perder el tiempo en eso. Tenía que pensar en el siguiente examen. Tenía que empezar a recabar información, libros, hablar con gente que ya lo había conseguido, …
Buscaba seguridad y reconocimiento profesional mediante la obtención de títulos a los que luego yo mismo quitaba valor
…
¿Cuáles son algunas de las consecuencias?
La relación con mi mujer se resentía enormemente, al igual que con el resto de la familia y amig@s
Estar envuelto en una espiral que se cierra y en la que nunca se llega al centro
Visión muy limitada de mi entorno, situación y dirección hacia donde me movía. Sólo me dedicaba a mi primer objetivo, aprobar el examen. Todo lo demás era supérfluo y por tanto no necesitaba siquiera ser consciente de su existencia
Baja forma física (porque tampoco podía perder el tiempo haciendo deporte)
Al contrario de lo que yo pensaba, comportarme de esta manera ralentizaba mi progresión en la empresa por dejar escapar interesantes oportunidades que pasaban delante de mí sin yo siquiera darme cuenta
…
Desde luego que en gran parte los errores arriba mencionados ocurren por la falta de autoestima. Aunque también es cierto que veía y sigo viendo a gente con una gran confianza en sí mism@s cometiendo esos mismos errores una y otra vez.
Quiero terminar el artículo con las mismas preguntas que apuntaba al principio del mismo: ¿Hay algún momento en el que parar? ¿llegarás alguna vez a conseguir todo lo que quieres de forma que ya no tengas que hacer más?
Slyd dice
Hola, estoy empezando a leer tu página. La verdad espero aprender mucho de lo que dices, pues he decidido que este es mi «día cero».
A la pregunta que pones, le doy esta respuesta: Nunca. En verdad, creo que nunca paramos de aprender, siempre hay algo nuevo. Y si no, si uno está bien encaminado, creará algo nuevo, y aprenderá que más puede hacerse.