Cuando vivía en Irlanda y trabajaba como Ingeniero Informático estaba muy interesado en conseguir títulos y certificaciones relacionados con el tipo de trabajo desempeñaba. Había uno en concreto que deseaba conseguir con todas mis fuerzas pero con un examen que me parecía imposible de superar.
Todavía llevaba viviendo poco tiempo allí y el Inglés (idioma del examen) no lo manejaba con soltura por aquel entonces, cosa que se sumaba a la cantidad de inconvenientes insalvables que me parecía a mí que había. Me decía a mí mismo que ese nivel de exigencia y de conocimiento estaba ahí para gente más inteligente que yo. Para gente «que sabía mucho» y yo precisamente no estaba entre ell@s. De hecho es que sólo me planteé presentarme al examen del título que iba justo por debajo y quedarme ahí, porque lo otro era demasiado para mí.
¿Qué ocurrió entonces? Que me preparé y aprobé ese título inferior y, entonces el siguiente (el imposible de aprobar), me empezó a parecer menos complicado tanto para estudiar como para aprobar. Al final me animé a preparármelo y, tras un tiempo de estudio, me presenté a este segundo examen que 6 meses antes me había parecido intocable, al menos para alguien como yo. El resultado final es que aprobé también este segundo examen a pesar de lo inviable para alguien de mi limitada inteligencia (pensaba yo) y sin el idioma Inglés como lengua materna.
¿Por qué me decidí a estudiar lo imposible?
¿Por qué me puse a estudiar para conseguir ese segundo título que me había parecido no sólo imposible de aprobar sino de estudiar? Porque, una vez aprobado el primero, empecé a creer que sí podría aprobar el siguiente. Ése es el único cambio que experimenté en mi interior. Creencias. Éste era uno de esos muchos casos en los que las creencias que yo tenía no me dejaban crecer, evolucionar ni lanzarme en busca de lo que yo quería conseguir. El título en cuestión no lo tenía desde hacía ya tiempo porque mis creencias me habían hecho ver que nunca lo conseguiría y, por lo tanto, ni siquiera me había propuesto estudiarlo.
Lección aprendida años después
Echando la vista atrás he podido comprobar que eso mismo que me ocurrió involuntariamente pero que me empujó a estudiar y luego a obtener aquel título (el cambio de creencias de no poder conseguirlo a creer que sí podía hacerlo) es una de las grandes lecciones que he aprendido hasta ahora en mi vida.
Tanto si crees que puedes hacer algo como si crees que no puedes hacerlo, tienes razón.
Henry Ford
Para la próxima ocasión…
… que desees aprobar un examen u obtener un título que te parezca imposible de estudiar y de aprobar, permítete el lujo de creer que sí puedes conseguirlo. Tú mism@, con los recursos que tienes disponibles en tu mente y cuerpo y con los que vas a ir haciéndote poco a poco. Comprobarás lo que eres capaz de conseguir y de disfrutar por el camino.
Fuente: Foto
Luis, comparto plenamente tu idea de que somos muuucho más capaces de lo que pensamos. Como estímulo y recordatorio, siempre tengo a mano este texto de Barnard que es mi dosis de vitamina:
«Si piensas que estás vencido, lo estás; si piensas que no te atreves, no lo harás.
Si piensas que te gustaría ganar pero no puedes, no lo lograrás; si piensas que perderás, ya has perdido.
Porque en el mundo, comprenderás que el éxito comienza con la voluntad del ser humano. Todo está en el estado mental.
Porque muchas carreras se han perdido antes de haberse corrido, y muchos cobardes han fracasado antes de haber empezado su trabajo.
Piensa en grande y tus hechos crecerán; piensa en pequeño y quedarás atrás; piensa que puedes y podrás.
Todo está en el estado mental. Si piensas que estás aventajado, lo estás;
tienes que pensar bien para elevarte; tienes que estar seguro de ti mismo antes de intentar ganar un premio.
La batalla de la vida no siempre la gana el más fuerte ni el más ligero; tarde o temprano quien al final gana es quien cree poder hacerlo»
Muchas gracias. Un saludo
Hola Alicia:
Muchas gracias por compartirlo con nosotros 🙂
Un saludo,
Luis
Hola Luis,
Este blog me ha venido genial en una mañana de viernes en la que ando buscando motivación desesperadamente.
Estoy preparando oposiciones para la Escuela Oficial de Idiomas y mi principal miedo es «no dar la talla». Pienso, imagino, a veces hasta tengo la total certeza de que no voy a aprobar en junio del año que viene por miles de razones: es la primera vez que me presento, no domino la parte práctica, tengo pánico a hablar en público….
Voy con el fracaso por delante y no sé cómo cambiar esa perspectiva. Tal vez sea porque hace tiempo que no logro nada significativo en mi vida que me haga pensar que soy capaz de lo que me proponga.
Puede que sea el momento de marcarme pequeñas metas en otros planos de mi vida que me ayuden a subir mi autoestima. De momento he empezado a hacer deporte, algo que no había hecho jamás, pues siempre había pensado que tenía poca capacidad para la actividad física.
El comentario de Alicia me ha servido para pensar en mi actitud y en la necesidad de cambiarla a partir de ya.
Un saludo y muchas gracias.
María
Hola María:
Ya estás cambiando desde el momento en que te das cuenta que quieres afrontar las cosas de otra forma.
Un saludo y gracias de nuevo a Alicia,
Luis